Creer es crear

Creer que la tarea de educar es la tarea más apasionante que cualquier ser humano pueda tener entre manos es comenzar a cambiar las cosas. Ya seas padre o docente, ser conscientes de que podemos contribuir a Gen familiarellenar esas páginas en blanco que son nuestros hijos o alumnos, es un hecho sagrado.

Esas páginas en blanco están a la espera de que algo grande y maravilloso suceda en ellas. No podemos traicionarlas, emborronándolas con nuestros miedos, comodidades o prejuicios.

Vivimos en una sociedad en la que al cuerpo se le ha otorgado un papel primordial. Cada vez más, escuchamos aquello de: “Come sano”, “cuida tu cuerpo”, “Tú lo vales”… Se rellenan páginas y páginas sobre  el bienestar corporal. Sin embargo, paradójicamente, nunca antes habíamos estado tan desconectados de nosotros mismos como en la actualidad. Nos hemos dicotomizado.

“Utilizamos” nuestro cuerpo como una herramienta más o menos duradera. Pero nuestro cuerpo no es sólo una “superficie”, es nuestro “yo interno” visible. Separarlo de nuestra interioridad es romper lo que ha de estar unido, y esto puede resultar altamente peligroso a largo plazo.

La tarea de unir lo tangible con lo intangible es imprescindible para el desarrollo personal, social, familiar y  laboral.

Desde que en los años noventa Daniel Goleman divulgara el concepto de inteligencia emocional sobre el que ya estaban trabajando los profesores Peter Salovey y John Mayer, tanto el interés por este concepto como la búsqueda, desarrollo y aplicación de dinámicas que nos hicieran más inteligentes emocionalmente han ido creciendo a lo largo de las últimas décadas.

Con Proyecto GEn (gestion emocional en tu entorno creado por Con Causa https://concausa.com/), hemos querido ofrecer una nueva perspectiva en este terreno: la del trabajo psicofísico del actor.

GEn, en sus diferentes modalidades (GEn Escuela, GEn Familia y GEn Empresa), pretende cubrir una necesidad subyacente que desde el equipo de Con Causa hemos detectado y nos hemos sensibilizado: la de conseguir lidiar de manera efectiva, plena y sana con las circunstancias y las vicisitudes de la vida moderna; vivir y disfrutar de la vida con plenitud.

Si hablábamos antes de la necesidad de volver a unir lo tangible con lo intangible, el trabajo psicofísico del actor, tiene la capacidad de aunar ambos conceptos. En el caso del actor, para generar emociones que den vida a los personajes. En el caso del profano a las artes escénicas, este trabajo puede ser aprovechado para el reconocimiento físico y postural de las emociones y su posterior gestión, gracias al acercamiento a situaciones conflictivas desde la experimentación de roles, de manera cooperativa y creativa.

La herramienta en ambos casos en nuestro cuerpo, conocerlo, escucharlo, respetarlo, descubrir todas las posibilidades expresivas que tiene.

El teatro posee además, la extraña capacidad de hacer vivir el momento presente con total visceralidad. Cuando estamos aquí y ahora con todo nuestro cuerpo, el cerebro se abre, el tiempo se para y comenzamos a experimentar ese “presente continuo” en el que saben vivir los niños y que  los adultos hemos desaprendido.

Con fórmulas creativas basadas en la experiencia teatral estas técnicas ayudan pues, a redescubrir nuestro yo creador, y por ende, el de nuestros hijos o alumnos.

Enseñamos a crear espacios de ilusión, en donde re-encontrarnos con nosotros mismos mediante la exploración sensitiva de las emociones y a través de juegos y dinámicas en donde la imaginación es el principal caudal de información. Facilitamos la percepción de las emociones en un entorno amigable y lúdico que no compromete a la persona y sí favorece la comunicación.

En los colegios y AMPAS en los que hemos aplicado estos talleres, el sentir ha sido siempre el mismo: Profesores más contentos de dar clase porque son capaces de observar cómo están sus alumnos en el aula, padres que aprenden a comunicarse con sus hijos, adelantándose a situaciones complicadas, autoconocimiento, motivación, empatía…

Por tanto, como objetivo principal perseguiremos conocer, desarrollar y armonizar nuestros diferentes yoes y nuestro yo creador (o yo superior), nuestras diferentes inteligencias y sus maneras de obrar y encontrar un equilibrio en nuestra relación con el entorno sabiendo atender a nuestras necesidades reales (diferenciándolas de las impuestas), nuestras demandas y a las dificultades que podemos encontrar sobreponiéndonos a ellas.